LA CONFIANZA EN MEDIACIÓN

Por Myriam Cohen

La mediación parte de la confianza entre las personas.  Busca – porque sabe que existe-  lo que cada ser humano tiene de noble y, desde allí, construye tramas  que permitan  una interacción nueva, más armónica.

La confianza es la materia prima con la que se va desenrollando la madeja de las historias que separan y confrontan hasta rozar el punto donde cada uno vislumbre que su bienestar está ligado al de los demás miembros del conjunto.

Es posible que al mediad@r le sea más fácil generar  confianza entre las personas si confía  en el devenir de la vida, la humanidad y sus vínculos. Y si puede encontrar algo querible en cada ser humano.

La confianza  se va expandiendo en las entrevistas  a través de la calidez del espacio, las palabras, la mirada, la manera en que el mediad@r escucha,  el gesto y la presencia que ofrece. De este modo, el encuentro humano es puesto en primer plano, muy por encima del “ problema”.

La mediación está presente en cada instante, reescribiendo el pasado para contextualizar el dolor entre los talentos, valores y deseos que permitan soñar y gestar una vida más plena.

Las emociones intensas, el enojo, la angustia, la frustración, el resentimiento son legitimados por el mediad@r a la vista de todos los participantes que así tienen, quizá por primera vez, la oportunidad de escuchar y sentir lo que el otro  siente sin que sea juzgado.

Más que buscar un acuerdo, la mediación acompaña y ayuda a las personas a construir un camino donde todos puedan ser respetados y valorados en sus singularidades. Cuando esto sucede los acuerdos suelen surgir solos, como brotes en primavera y son más fácilmente cumplidos por todos los participantes al haber sido construidos por ellos mismos.

Para que suceda ese encuentro humano esencial, ese momento donde cada uno comprende algo del otro, es importante no forzar, ni los acuerdos ni los climas de las entrevistas. Para eso el mediad@r necesita afinarse continuamente, como se afina un violín,  mucho más allá de los límites de la tarea profesional.  Es, más bien, el cultivo de una forma de vida que le permita agudizar su sensibilidad para albergar y comprender la mayor cantidad de mundos posibles. Un día a día donde la confianza y la belleza sean el norte en las relaciones humanas.  La música, la poesía, la danza, el teatro, el cine, la literatura, los viajes, el contacto con la naturaleza,  el tai chi, la meditación es posible que ayuden en esta tarea.

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